martes, 27 de marzo de 2012

La marcha por el agua y el futuro


Ileana Almeida* 

Para los  pueblos indígenas el agua está en el centro de los relatos que reflejan su cosmovisión: es una dación de los dioses. En un mito quechua  se narra el origen  y el ciclo perpetuo del agua: dos enormes serpientes se encargan de unir los mundos. Salen del inframundo, natural guarida de ofidios, pasan al mundo terrestre, una en forma de un inmenso río, el  Yaku Mama, o madre de las aguas, mientras la otra apenas se mueve; esta  tiene dos cabezas y toma el aspecto de un árbol: es la Sacha Mama  o madre de la vegetación. Con la boca de abajo recoge alimañas y con la superior, pájaros. Ambas serpientes ascienden al mundo de arriba, donde la Yaku Mama  se convierte en el Rayo  y la Sacha Mama en el Arco Iris o Koychi.

La defensa del agua fue el motivo principal, en las semanas anteriores, de la multitudinaria marcha indígena acompañada de varios movimientos sociales y apoyada por gente del campo y las ciudades. Al avanzar por los chaquiñanes, portando la  bandera del arco iris –la wipala-en medio de los sembríos, renacía el mito de la vida: el arco iris ondulaba en las tierras bajas y ascendía a los páramos, caía la lluvia y se festejaba el agua. Fue un despliegue por la vida, la dignidad y el agua, una  demostración de los ecuatorianos conscientes frente a la política del gobierno, subordinado a la idea de un efímero “progreso”, que más que nada es  acumulación del capital y hegemonía  de potencias mundiales frente a la “nueva fiebre por los metales en  América Latina”.

El régimen ha querido ocultar el significado de la marcha bajo falsa afirmación de que solo han participado “cuatro pelagatos desestabilizadores”. Pero su discurso no se sostiene, porque sabe que atrás están intereses transnacionales que no persiguen ningún fututo socialista, sino el remozamiento del capitalismo. Son los mismos objetivos de siempre, no importa que el agua se agote a merced de las ciegas fuerzas del mercado mundial y a sabiendas de las ingentes cantidades de agua que demanda la minería a cielo abierto. Ya se presagian los desastres que sobrevendrán con el  proyecto Mirador para la explotación de cobre, oro y plata en la cordillera del  Cóndor. La lista de las calamidades que cabe esperar es larga: afectación a las corrientes superficiales y subterráneas, alteración de los patrones de drenaje, mutaciones en  la calidad del líquido, sedimentación de los cauces  de los ríos,  perdida  de la capacidad de recarga de las capas freáticas, disminución del volumen de las aguas, contaminación por el drenaje ácido de las rocas, envenenamiento del suelo por los metales pesados que al ser excavado formarán una inmensa laguna de agua muerta. Estas funestas perspectivas se obtienen del  informe de William Sacher, PHD en Matemáticas aplicadas a la Meteorología y Climatología. Así, el agua, símbolo de vida  en todas las culturas, se trueca en signo  de  muerte  global  y  de la nueva dependencia  de América Latina.

* Filóloga  

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