Ileana Almeida*
Para los indígenas es una necesidad expresar el
sentido de Sumak Kausay, su alternativa para preservar la naturaleza, recurriendo
a una marcha por buena parte del país.
En cambio, es una necedad del gobierno usar el concepto de Sumak Kausay para defender
emprendimientos mineros lesivos para el medio ambiente, así como forjar una contramarcha
represiva.
Para los pueblos amerindios la tierra ha sido la esencia de su filosofía pues la tierra asegura la existencia. En las fiestas del Inti Raymi, en Otavalo, los danzantes marcan un ritmo persistente y simbólico formando círculos y golpeando el suelo para proclamar la magnitud cósmica de la creación. La unión de la pareja divina -Inti Yaya y Pacha Mama, padre y madre-, celebrada con música ritual, convoca a indígenas o no a participar de un sentimiento que se aproxima a lo religioso. Antes de labrar la tierra, ofrendan maíz y, si se trata de arrancarle los minerales de sus entrañas, le piden con anticipación consentimiento y le ofrecen disculpas. Privarle del agua y del aire a la tierra resulta inconcebible porque ella es la que nos nutre, pero ya sabemos que también ella es mortal (J.-M. G. Le Clézio). Ahora, en el siglo XXI, la idea de la tierra ha cobrado un nuevo significado. Se ha puesto en evidencia que los propósitos de ciertos regímenes e individuos, orientados a mejorar la vida material, a fomentar la economía y a lograr el progreso, pueden resultar vanos, ya que los sistemas ecológicos, que se han ido formando durante millones o miles de años, son afectados cada vez más por el abuso en la extracción de los recursos naturales no renovables.
El aymara Simón Yampara declaró en el Foro de Cuestiones Sociopolíticas Actuales (La Paz, 2004) que el Suma Qamaña (buen vivir) no apunta al progreso de unos pocos individuos ni a la continuidad del sistema capitalista. Se trata, dijo, de una concepción que incluye una buena relación entre todos los seres y con la tierra, la reciprocidad comunitaria en el trabajo y la capacidad de decidir de modo colectivo.
Ernesto Pino, de Kaosenlared, ha denunciado la alineación del presidente Correa con las transnacionales mineras, sin considerar las demandas de las nacionalidades indígenas y los movimientos sociales. Semejante posición, viciada de ligereza, no repara en los costos de reparación ambiental, que serían superiores a los beneficios que recibiría el Estado. Sumak Kausay, concepto quechua emparentado con el Suma Kamaña aymara, lleva implícita una crítica a la Modernidad en tanto los descubrimientos científicos y los avances tecnológicos se subordinan a la acumulación del capital y a la política neoliberal. ¿Por qué no se escuchan las opiniones de los indígenas y de los movimientos sociales? ¿Por qué el gobierno monopoliza el derecho a decidir? ¿Por qué tergiversa el concepto de Sumak Kausay?
*Filóloga
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