*Ileana Almeida
El trato ofensivo que utiliza el presidente
Correa para dirigirse a sus oponentes no hace bien a nadie. Es un discurso repetitivo y descortés
que no ayuda a la buena imagen del
mandatorio y que causa molestia y hastío en quienes le escuchan. Mediocres,
irresponsables, inútiles, terribles, indeseables fueron algunos de los improperios
utilizados en una de las pasadas cadenas sabatinas para referirse a la protesta
que se levantó en Poaló a fin de impedir que se construya en este sitio un “centro
de rehabilitación”. Pasando por alto la Constitución, que obliga a la consulta
previa a las comunidades cuando se trata de resolver problemas que atañen a
todos sus integrantes, se intentó ubicar ahí aquella cárcel. Se ofrecieron compensaciones
-lo que significa que la propuesta no era ninguna maravilla- olvidando o
ignorando que se trata de una de las
zonas de mayor riqueza histórica y cultural del Ecuador.
Ya Paul Rivet detectó por ahí la presencia de los
panzaleos, cuya cultura es aún reconocible en la toponimia y la onomástica que
se conservan. El encuentro de disitntos pueblos
con los quechuas, que llegaron después, se evidencia en la lengua; hay
palabras como Yahuar Toa que está compuesta de un término quechua y de otro de
origen panzaleo. También es posible que fiestas como la de la Mama Negra, evidentemente un ritual de fertilidad, sea una
mezcla de rito panzaleo con simbologías quechuas. Cuando los incas-quechuas
llegaron a esas comarcas, seguramente quedaron impresionados por la forma
cónica perfecta del Cotopaxi, al que denominaron así, que en su lengua significa
“luz de luna que sobresale entre las montañas”, y la sacralizaron como a todos
los nevados andinos. Al pie del Cotopaxi está la hacienda de San
Agustín del Callo, cuya casa guarda muros incásicos trabajados con gran
preciosismo, propio de las elevadas ideas estéticas de la cosmogonía quechua, cosmogonía
que también se observa en los símbolos que portan los danzantes de Pujilí, hombres-mundo
con penacho, pechera y delantero, representaciones de los tres niveles del universo
quechua: Hanan, Kay y Uku Pacha. En Sigchos, la historiadora Tamara Estupiñán ha
descubierto en Mallqui Machay, sitio desde donde se tiene una vista prodigiosa
del Cotopaxi, vestigios importantísimos de la religión incaica: canales
subterráneos utilizados en el culto del inframundo (Ucu Pacha). Persiste en la provincia homónima la creencia
de que el quishuar es un árbol sagrado, como ocurre en todas las zonas quechuas.
En las grandes fiestas incásicas se quemaban figuras labradas en la madera de
ese venerado árbol para que su esencia llegara hasta el sol. La iglesia
católica quiso erradicar el culto al quishuar,
para lo cual edificó una iglesia en Guaytacama, la del señor de Cuicuno; se conservó
en su interior el tronco del árbol sagrado y se mandó a pintar sobre él la
imagen de Cristo crucificado.
Las ofensas lanzadas en Poaló son una nueva muestra de
falta de respeto a las culturas indígenas, más aún si se considera que estas no
conciben que la cárcel sea el medio más adecuado para rehabilitar a la gente.
*Filóloga
No hay comentarios:
Publicar un comentario