lunes, 30 de enero de 2012

LOS IMPROPERIOS DE POALÓ


*Ileana Almeida                      

El trato ofensivo que utiliza el presidente Correa para dirigirse a sus oponentes no hace bien a nadie.  Es un discurso repetitivo y descortés que  no ayuda a la buena imagen del mandatorio y que causa molestia y hastío en quienes le escuchan. Mediocres, irresponsables, inútiles, terribles, indeseables fueron algunos de los improperios utilizados en una de las pasadas cadenas sabatinas para referirse a la protesta que se levantó en Poaló a fin de impedir que se construya en este sitio un “centro de rehabilitación”. Pasando por alto la Constitución, que obliga a la consulta previa a las comunidades cuando se trata de resolver problemas que atañen a todos sus integrantes, se intentó ubicar ahí aquella cárcel. Se ofrecieron compensaciones -lo que significa que la propuesta no era ninguna maravilla- olvidando o ignorando que se trata  de una de las zonas de mayor riqueza histórica y cultural del Ecuador.  

Ya Paul Rivet detectó por ahí la presencia de los panzaleos, cuya cultura es aún reconocible en la toponimia y la onomástica que se conservan. El encuentro de disitntos pueblos  con los quechuas, que llegaron después, se evidencia en la lengua; hay palabras como Yahuar Toa que está compuesta de un término quechua y de otro de origen panzaleo. También es posible que fiestas como la de la Mama Negra,  evidentemente un ritual de fertilidad, sea una mezcla de rito panzaleo con simbologías quechuas. Cuando los incas-quechuas llegaron a esas comarcas, seguramente quedaron impresionados por la forma cónica perfecta del Cotopaxi, al que denominaron así, que en su lengua significa “luz de luna que sobresale entre las montañas”, y la sacralizaron como a todos los nevados andinos. Al pie del Cotopaxi está la hacienda de  San  Agustín del Callo, cuya casa guarda muros incásicos trabajados con gran preciosismo, propio de las elevadas ideas estéticas de la cosmogonía quechua, cosmogonía que también se observa en los símbolos que portan los danzantes de Pujilí, hombres-mundo con penacho, pechera y delantero, representaciones de los tres niveles del universo quechua: Hanan, Kay y Uku Pacha. En Sigchos, la historiadora Tamara Estupiñán ha descubierto en Mallqui Machay, sitio desde donde se tiene una vista prodigiosa del Cotopaxi, vestigios importantísimos de la religión incaica: canales subterráneos utilizados en el culto del inframundo (Ucu Pacha). Persiste en la provincia homónima la creencia de que el quishuar es un árbol sagrado, como ocurre en todas las zonas quechuas. En las grandes fiestas incásicas se quemaban figuras labradas en la madera de ese venerado árbol para que su esencia llegara hasta el sol. La iglesia católica  quiso erradicar el culto al quishuar, para lo cual edificó una iglesia en Guaytacama, la del señor de Cuicuno; se conservó en su interior el tronco del árbol sagrado y se mandó a pintar sobre él la imagen de Cristo crucificado.    
Las ofensas lanzadas en Poaló son una nueva muestra de falta de respeto a las culturas indígenas, más aún si se considera que estas no conciben que la cárcel sea el medio más adecuado para rehabilitar a la gente.
*Filóloga

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